Armendáriz, Jenner y la cara oculta del miedo /02


No cabe duda de que la sonrisa de Michelle Jenner es una de sus señas de identidad más características. Sin embargo, durante el rodaje de No tengas miedo su realizador, Montxo Armendáriz, la animó precisamente a ocultarla a lo largo de casi todo el metraje del filme, intentando en cambio construir a su personaje (Silvia) a través de pequeños gestos además de su expresión melancólica y su mirada de desamparo; todo un reto interpretativo del que la actriz ha salido airosa, puesto que a estas alturas nadie duda que uno de los puntos fuertes de la película es, precisamente, la magistral recreación que esta hace de una joven víctima de abusos sexuales desde la infancia por parte de su propio padre, al que da vida con no menos talento el también actor Lluis Homar. Una historia dura y llena de aristas que Armendáriz plasma sobre el celuloide con una contención admirable, sin caer en el morbo facil o en el folletín sentimentaloide pese a lo cual (o más bien gracias a) no resulta menos sobrecogedora.
Es dificil destacar una escena por encima de las demás en una película imprescindible de principio a fin, pero quizás lo más memorable de la misma tras su visionado sean esos prolongados planos secuencia durante los cuales la protagonista deambula por las calles de su ciudad haciendo tiempo para no tener que regresar a casa y enfrentarse así a su progenitor. A mayor abundamiento, todos sus intentos por escapar a su destino parecen condenados al fracaso ante la reticencia de su padre a separarse de "su princesa", por un lado, y la indiferencia cómplice de una madre (Belén Rueda) que no sólo no tiene ningún reparo en abandonar a su propia hija en semejante situación sino que además se niega a creerla cuando esta se decide por fin a revelarle la aterradora verdad.


Así las cosas, la joven aprovecha cualquier excusa (estudios, ensayos musicales, visitas a su madre o reuniones fictícias con sus amigas) para ausentarse de su domicilio. En su silencioso vagar sin rumbo intuimos buena parte del miedo y la angustia existencial que acompañan a Silvia y que cristalizan en el fallido intento de suicidio al arrojarse del taxi. En una inversión siniestra de valores, lo cotidiano se vuelve aterrador y la ciudad pasa de ser un entorno acogedor a convertirse en un laberinto del que es imposible huir, y en el que la protagonista parece condenada a regresar una y otra vez junto a su abusador; mientras que la residencia familiar, lejos de ser un refugio, supone la expresión última del infierno del que Silvia intenta - infructuosamente - liberarse sin conseguirlo hasta casi el final de la historia, cuando tras enfrentarse a sus miedos y a su atormentador cara a cara la joven decide tomar las riendas de su existencia y empezar una nueva vida, haciendo así honor al título de la película.


Para aquellas personas acostumbradas a una Michelle más alegre y extrovertida este filme puede haber supuesto todo un revulsivo. La actriz deja atrás su faceta como "Lolita adolescente" (como ella misma se definía en una reciente entrevista para el Magazine de el diario El Mundo) para bordar con matrícula de honor su salto a la madurez profesional en un papel que le ha supuesto, con toda justicia, una nominación a los Goyas del 2012 como Mejor Actriz Revelación. Todo un logro para aquella jovencita que ya desde niña soñaba con ser actriz y que con tan sólo 25 años se ha convertido ya en toda una estrella por méritos propios.

(Continuará).

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