Publicar o publicarse, he ahí la cuestión...


La idea para este artículo surgió durante la charla que mantuve con el escritor Alberto González Ortiz a propósito de la presentación de su libro El amargo despertar dentro del programa de actividades de la pasada Semana Negra de Gijón. Se ha hecho de esperar, pero finalmente aquí está. Dedicado, con cariño y respeto, a todos los que todavía soñamos con ver nuestro nombre escrito en la portada de algún libro (aunque sea una edición barata de bolsillo).

Existe la idea arraigada de que no eres escritor si no escribes, así como de que no eres escritor profesional si no has publicado con alguna editorial importante. No una cualquiera, sino alguna de prestigio. Todos los que alguna vez le han dado a las teclas delante de la máquina de escribir (actualmente, del portátil) saben que lo realmente complicado no es escribir, y buena prueba de ello es la proliferación de blogs y bitácoras de escritores "aficionados" (término políticamente correcto que se usa para definir al escritor no profesional) donde podemos leer desde poemas y relatos cortos a novelas por entregas, muchas veces de una calidad intrínseca que no tiene nada que envidiarle, o muy poco, a la de otros autores consagrados y en teoría con mayor tirón editorial. Sin embargo, el prejuicio está ahí, y muchas veces los propios escritores son sus peores enemigos al compartir esa idea de que el único autor bueno es el que logra que le publiquen.
Es cierto que antiguamente, al terminar cualquier texto, la única opción posible era enviar varias copias a diversas agencias literarias y/o editoriales con la esperanza de que alguna viese el éxito potencial de tu obra y se animase a sacarla al mercado. Por lo general, en la mayoría de las ocasiones tan sólo recibías a cambio la callada por respuesta, aunque justo es decir que algunos editores tenían el detalle de contestar para explicarte las causas del rechazo, e incluso darte algún amable consejo de cara al futuro. Lo realmente curioso es que el mismo editor que te rechazaba al principio, si años más tarde te convertías en un escritor famoso, se apresuraba a rescatar y publicar aquellos trabajos primerizos como tempranas muestras del talento de Fulano de Tal. ¡Vivir para ver!
Por suerte, hoy día hay más opciones para conseguir ver tu trabajo expuesto en las librerías, que van desde nuevas fórmulas como la autoedición o el crowdfunding a probar suerte con pequeñas editoriales en busca de ese autor de éxito que les de solvencia, como le pasó a Salamandra con J. K. Rowling, o a Gigamesh con George R. R. Martin, del que sólo les falta rescatar la lista de la compra o algún escrito que hiciese durante sus periodos de asueto en el excusado.
Básicamente el crowdfunding consiste en que el público interesado financie tu obra por adelantado, ya sea esta un libro, un comic o incluso una película, tal y como se propone el cineasta Manuel Velasco con su opera prima Bloody West, en la que ya han aceptado participar intérpretes de la talla de Leticia Dolera, Ana Fernández, Michelle Jenner o Carlos Bardem, entre otros. A cambio, normalmente, se suele ofrecer algún tipo de contrapartida, como pueda ser un ejemplar personalizado u oferta similar. Si bien es una opción interesante, resulta más fácil de conseguir cuando ya eres un autor conocido o si la obra en sí ya ha tenido algo de difusión previa (como, por ejemplo, el comic Chica de serie B de Iván Sarnago que se publicó en Internet antes de su edición impresa). Alternativamente, algunas editoriales recurren a un sistema parecido - como es la venta por suscripción - para publicar algunos títulos o autores de interés pero minoritarios, asegurándose así amortizar costes en la medida de lo posible, tal y como propone hacer Alamut con las continuaciones de Solo el acero de Richard K. Morgan.
A mayor abundamiento, no pocos autores han optado durante los últimos años por crear su propio sello editorial para publicar trabajos propios o ajenos, como es el caso de Sportula, centrada en la obra del prolífico autor Rodolfo Martínez, el cual ha sido uno de los pioneros a la hora de explorar en su catálogo las posibilidades del formato digital y la venta a través de Internet, al igual que el también escritor León Arsenal, que actualmente se halla inmerso en la promoción de su último trabajo, Godos de hispania.
Un último recurso, cundo todo lo demás falla, es aprovechar todas las ventajas facilidades que proporciona la red para publicar tu obra, desde bitácoras a páginas y comunidades de litratura y aficionados a la lectura y/o escritura de diversas redes sociales como Google+. Rizando el rizo, no falta quien diseña y edita directamente su propia obra en formato digital (normalmente, epub, fb2 o similar) para difundirla en Internet al margen de los canales habituales de distribución, ya sea por amor al arte (o sea, gratis) o a cambio de un precio simbólico. Como vemos, muchas y muy variadas opciones, aunque la mayoría de ellas siguen estando infrautilizadas (cuando no mal vistas) por los propios autores, que son las principales víctimas de esa idea preconcebida a la que aludíamos al principio acerca de que no eres escritor profesional si no te publica una editorial de las de toda la vida, y a poder, ser en papel y con buena encuadernación.

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