Diario de Carcosa /06

 
Entrada #30 (09/05/2017)
 
En plena era de Internet parece mentira que sea difícil encontrar información sobre alguien o algo, pero la Wikipedia no incluía ninguna entrada sobre el grupo de rock The Yellow Sign, aunque si aparecían mencionados de pasada en diversos artículos sobre los setenta y el ambiente musical de la época. Lo mismo pasaba con las imágenes, que se limitaban a reproducciones de las cubiertas de sus cuatro elepés, o viejas fotos borrosas en blanco y negro tomadas durante algún concierto en vivo y en las cuales era poco menos que imposible distinguir otra cosa que manchas y sombras,
Por suerte, una amiga de mi hermana me recomendó una vieja tienda de discos sita en Santa Mónica. El lugar me recordó al local que regentaba Rob Fleming (John Cusack) en Alta fidelidad, la personal adaptación hecha por Stephen Frears a partir de la novela homónima de Nick Hornby. Nada más entrar, la chica que había tras el mostrador y yo nos echamos un rápido vistazo y empezamos a reírnos. Parecíamos hermanas gemelas, con el mismo corte de pelo y una indumentaria parecida.
- ¿Ruby Rose? - me preguntó.
- La misma.
- ¡Stella es la mejor!
- Yo soy más de Taylor Schilling - contesté, atrevida -, pero no me importaría hacerme un menage a trois con las dos.
- Ni a mi, ja, ja. Bueno, de fan a fan, ¿qué puedo hacer por ti?
- Estoy buscando información sobre un viejo grupo de rock llamado The Yellow Sign. Es de finales de los sesenta, más o menos, y llegaron a sacar cuatro elepés al mercado antes de disolverse.
- ¿The Yellow Sign? Creo que eres la primera persona que entra preguntando por ellos, y puede que hayas tenido suerte. Espera un momento - dijo, desapareciendo en la trastienda. Al cabo de un rato regresó con un ejemplar de "The Mist of Hali", el tercer long play del grupo, bajo el brazo.
- ¿Qué te dije? Hace años que lo tenemos a la venta en la sección de segunda mano y nada, la gente no lo quiere ni regalado. Y eso que es una pieza única, en Amazon no lo encuentras por menos de 84 dólares.
- ¿Y tú por cuanto me lo dejas?
- ¿Para otra fan de Ruby? Gratis - respondió, acompañando sus palabras de una sonrisa con un toque insinuante.
- ¿Lo has escuchado alguna vez?
- Si, antes lo ponía de vez en cuando en la tienda a ver si alguien se animaba, pero ni con esas.
- ¿Tan malo es?
- No exactamente - replicó la chica, cruzándose los brazos sobre el pecho -. Monótono, con una cualidad hipnótica. Cuando empezaron mucha gente los asimiló al Hard Rock por ese estilo sinfónico que tenían, un poco a lo Led Zeppelin en "Stairway to Heaven", pero a mi siempre me han recordado más a The Bauhaus y otros precursores del gótico, como Siouxie & The Banshees, Echo & The Bunnymen o The Cure, por poner varios ejemplos.
- Perdona mi ignorancia, pero ya que pareces saber tanto de ellos, ¿podrías contarme algo de su trayectoria, aunque fuese por encima?
- No hay mucho que contar. Tan sólo sacaron cuatro discos al mercado y se separaron en 1976, cuando estaban trabajando en el quinto. Los dos primeros pasaron bastante desapercibidos pero este, el tercero, pego bastante fuerte en 1974. Oficialmente el grupo eran cuatro miembros, pero en realidad sólo había dos fijos y el resto eran músicos de estudio que cambiaban en cada grabación. Los auténticos responsables era Tom Osborne y James DeWitt, solistas, guitarristas y compositores a medias de la mayoría de las canciones del grupo.
- ¿Y qué pasó en 1976?
- Lo que con tantos otros grupos de la época. Osborne y DeWitt se pelearon y decidieron continuar por separado. Osborne llegó a sacar un álbum en solitario, pero falleció de sobredosis en 1982 en un hotel de Las Vegas. En cuanto a DeWitt, dejó la industria y abrió una tienda de compra-venta de instrumentos musicales. En 1995 murió durante un atraco que salió mal, uno de los delincuentes iba tan hasta arriba de crack, meta y otras sustancias alucinógenas que le vació el cargador del arma en la cara. Según las malas lenguas, cuando se le acabaron las balas el cuerpo no tenía cabeza. Tuvieron que hacer el entierro a ataúd cerrado, porque no había funeraria capaz de arreglar aquello.
- Ahora sé por qué no terminé dedicándome al rock cuando era joven - musité, sobrecogida. Era como si todos los que hubiesen tenido la más mínima relación con el Signo Amarillo hubiesen obtenido a cambio una muerte terrible salvo, quizás, el propio Janos.
- ¿Qué tonterías dices? ¡Somos jóvenes! - exclamó la dependienta, confundiendo mi preocupación con un atisbo de crisis existencial.
- ¿Qué pasó con el quinto disco?
- Dicen que en Japón se comercializó una copia pirata con lo que había grabado hasta entonces, pero yo nunca la he visto ni oido. Para serte sincera, son uno de esos grupos malditos. Nadie se ha molestado en remasterizar sus discos, tampoco hay copias en CD y su aniversario ha pasado sin pena ni gloria, sin que ningún sello haya mostrado el menor interés por por editar un Grandes Éxitos o una caja con su obra completa. Para la industria, están muertos y olvidados.
Tal vez la definición de "malditos" no fuese tan inadecuada. La portada del disco, en la que predominaba el color rojo, mostraba a un montón de personas mirando fijamente al espectador, todos ellos con los ojos cubiertos por una venda amarilla en cuyo centro podía verse un gran ojo abierto, sin pestañear, que producía un efecto hipnótico similar al que había descrito la dependienta.
- No tengo tocadiscos. ¿No podrías hacerme una copia en casete o, mejor aun, en MP3?
- Claro que sí. Arriba, en la oficina, tengo mi estudio de grabación. Si no tienes prisa, puedo hacerte una copia digital en menos de media hora.
- ¿Seguro que no será ninguna molestia?
- Por otra fan de Ruby, lo que sea.
- Pero ¿y si entra algún cliente mientras estamos arriba?
- Lo vería por las cámaras de seguridad. Pero si eso te preocupa, podemos cerrar la puerta con llave, para estar más tranquilas.
La doble intención era evidente en la mirada y en el tono de la chica. Aquel era el momento para darle las gracias educadamente y batirme en retirada con el disco bajo el brazo antes de que las cosas se saliesen de madre. Pero, para mi sorpresa, me escuché a mi misma oyéndome decir:
- Claro, como quieras.
- Muy bien. Sabes, supe que acabaríamos así apenas cruzaste por la puerta. Somos almas gemelas - me susurró, agarrándome por la cazadora y acercándose hasta que pudo darme un lento y apasionado beso en la boca. Yo le seguí el ritmo como pude, y a juzgar por su mirada perdida y su respiración agitada cuando nos separamos, no debí hacerlo mal del todo.
- Vaya - musitó, todavía con los ojos entrecerrados -. Ha sido... raro.
- Como besarte a ti misma ¿no?
- Algo así, pero mucho mejor.
- ¿Seguro que quieres seguir adelante?
- Ven aquí y te lo demostraré - musitó, con voz ronca, mientras me cogía de la mano y tirando de mi escaleras arriba hasta que estuvimos dentro de su estudio y la puerta se cerró a nuestras espaldas con un suave chasquido.

Cuando por fin logré salir de allí, casi una hora más tarde, todavía me temblaban las piernas. ¿Qué había hecho? Yo no era así. Incluso irme a la cama con un tipo me exigía mucho más tiempo y paciencia de la que acababa de demostrar con mi doble de la tienda. Tal vez había sido por el increíble parecido físico, o por el entusiasmo que ella había demostrado, pero me había rendido a su abrazo como una figura de cera a la luz del sol. De hecho, una pequeña parte (no, una gran parte) dentro de mi quería volver a entrar y repetir, pero esta vez tomando yo la voz cantante. Un atisbo de vértigo me atenazó y tuve que apoyarme en el muro para no acabar en el suelo, sin fuerzas pero excitada. Los miembros de The Yellow Sign parecían reírse de mi desde la contraportada y una dosis extra de terror me recorrió el cuerpo cuando vi el nombre del sello musical que había grabado el disco: Carcosa Récords. Definitivamente alguien, desde el más allá, tenía un fino e hiriente sentido del humor.
 
(Continuará)
 
© Alejandro Caveda (Todos los derechos reservados).
Este relato ha sido registrado en Safe Creative (Registro de la propiedad intelectual) de forma previa a su publicación en el Zoco.

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