Darío Argento y la trilogía de las Madres

Dario Argento, el padre de la trilogía.
Darío Argento pasará a la historia del cine como uno de los renovadores del cine de terror italiano del último tercio del siglo XX y como uno de los impulsores del Giallo, ese género a medio camino entre el thriller policiaco y el slasher (con algo de tintes gore) que conoció su mejor época entre 1965-1985, en buena medida gracias al protagonista que hoy nos ocupa, aunque en esta ocasión queremos centrarnos en otra parte de su trabajo quizás no tan conocida, pero no por ello menos interesante, como es el caso de la trilogía de las Madres o, como se la conoce también en italiano, La terza Madre, compuesta por Suspiria (1977), Inferno (1980) y La madre del mal (2007).
A grandes rasgos, la trilogía se centra en la historia de tres brujas (Mater Suspiriorum, Mater Tenebrarum y Mater Lachrymarum) que han sobrevivido ocultas hasta nuestros días en tres edificios construidos expresamente para ellas en diferentes ciudades, a saber, Friburgo, Nueva York y Roma. Sin embargo, una a una las tres Madres van siendo descubiertas y destruidas aunque la última de ellas está a punto de triunfar y desatar el caos en Roma.

Suspiria (1977)
Argento comenzó la trilogía en 1977 con Suspiría, uno de sus títulos de referencia y - en opinión de quién esto suscribe - una obra maestra indiscutible del género por su atrevido lenguaje visual, el impactante uso del color y de la iluminación, y la forma en que la música se imbrica con la historia, reforzando la sensación de angustia que atenaza a la protagonista, Suzy (Jessica Bannion), una joven bailarina que llega a un internado en Friburgo el cual es en realidad una fachada tras la cual se oculta un peligroso culto de brujas liderado por su directora, la Mater Suspiriorum o primera Madre de la trilogía. Finalmente la joven consigue escapar tras haber destruido al culto y a la propia Madre.

Inferno (1980)
Argento retomaría el concepto tres años más tarde en Inferno, donde se nos proporciona mucha más información sobre las tres Madres, como sus nombres y la localización de sus respectivos escondites. En esta ocasión el rol femenino recae en la actriz estadounidense Irene Miracle, conocida por su papel en El expreso de medianoche de Alan Parker (1978), así como por sus facetas como productora y directora, mientras que la acción de la película se reparte entre Nueva York y Roma. En un giro de tuerca con respecto a la anterior entrega, el personaje de Irene es asesinado en la segunda mitad de la película, aunque en última instancia su hermano consigue descubrir y derrotar a la segunda Madre, la Mater Tenebrarum. Un handicap de Inferno es que en muchos aspectos se parece a su predecesora y la historia avanza por derroteros similares, lo que le resta algo de originalidad, aunque no de fuerza expresiva y capacidad de sobrecoger al espectador.
Sin embargo, la tercera entrega de la trilogía se hizo esperar casi tres décadas. No fue hasta 2007 que se estrenó en cines, casi de tapadillo, La madre del mal, originalmente conocida como La terza Madre, que venía a cerrar definitivamente la trama iniciada en 1977 con Suspiria. ¿Por qué ese intervalo? La explicación oficial alude a problemas de financiación y otros aspectos técnicos, pero también es posible que después de rodar dos películas tan parecidas entre sí Argento quisiese darse un descanso y probar suerte con otros proyectos como Tenebre (1982), Phenomena (1985) u Ópera (1987), tras los cuales su carrera perdería impulso hasta el estreno de la subyugante El síndrome de Stendhal (1996), protagonizada por su hija Asia, que también sería la protagonista femenina de La madre del mal.

La madre del mal (2007)
Lo cierto es que esta terza Madre palidece en comparación con sus dos anteriores entregas. Todo en ella tiene un aire más convencional, de telefilme de bajo presupuesto, y los efectos digitales a veces resultan demasiado evidentes, anulando así buena parte de la carga emotiva de la película. Sin embargo, quien tuvo retuvo y el buen hacer de Argento aun se deja notar en determinados planos o escenas como la tortura y muerte de las dos brujas blancas que dan refugio a Sarah (Asia Argento), y que nos retrotraen al mejor Argento, aquel que sorprendió a propios y extraños en la década de los setenta con proyectos tan personales (e interesantes) como El pájaro de las plumas de cristal (1970), Rojo oscuro (1975) o la propia Suspiria (1977). En esta ocasión, los protagonistas deberán enfrentarse a la más peligrosa de las tres Madres, Mater Lachrymarum, que ha extendido su influencia sobre toda Roma y alrededores, desatando el caos y la violencia, en una especie de remedo de apocalipsis milenario. De nuevo los protagonistas salvan la situación en el último momento, aunque la resolución resulte un tanto precipitada y tenga un cierto tufillo a Deus ex Machina.
Señalar que La madre del mal se inserta, en cierto modo, en una especie de etapa retrospectiva del propio Argento, que con el cambio de siglo intentó recuperar algo de su esencia en títulos como Insommia (2001), Giallo (2009), esta terza Madre o su particular revisión del mito de Drácula en 3D de 2012. En la actualidad prepara The Sandman (nada que ver con el personaje Vértigo / DC), un nuevo filme de terror, a la vez que ha seguido trabajando como director y guionista en diversos proyectos. Respecto a la trilogía en sí, este año 2017 ha comenzado el rodaje del remake de Suspiria, dirigido por Luca Guadagnino y en cuyo reparto encontramos nombres tan interesantes como los de Dakota Johnson (como Suzie Bannion), Chlöe Grace Moretz o Tilda Swinton, por poner varios ejemplos. Aun es pronto para saber si esta nueva versión superará a su original, aunque parece difícil, dada la personal estética y ambientación del filme de Argento, pese a lo cual puede servir para despertar de nuevo el interés por el trabajo de este gran cineasta cuyo nombre - como ya dijimos al principio - brilla con luz propia dentro de la lista de los grandes del género de todos los tiempos.

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